Los lunes son para llorar, gritar, odiar, amar.
Para querer escondernos debajo de las sábanas, asfixiarnos dentro y que nadie venga.
Para odiar el mundo y los pequeños extraterrestres que lo habitan.
Los lunes son para mirarse el ombligo y reir
y contar las partículas de sonido que hacen el silencio.
En resumen, los lunes son para vivir.
(No se confunda con "vivir".)

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